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domingo, 20 de julio de 2014

La de "La chica de la estación" Parte II

Esa fría mañana llegó a su trabajo como siempre. Puntual como toda su vida, llegó a las 5:58 exactas para tomar su turno. El verano había terminado, y el frío empezaba a hacerse sentir. La neblina cubría la mayor parte de la ciudad. Saludó a sus compañeros en la pista, y llegó. Saludó a la cajera que se iba, y se sumió en el mundo que había creado para soportar su realidad. Cambiaba de canal el televisor y pasaba horas mirando episodios de sus novelas favoritas. Ah! algún día su vida sería igual. Acaso alguien llegaría a la estación, se mirarían, y lo sabrían: estaban destinados a estar juntos para siempre. Sus días sin embargo era muy distintos. Una mujer trabajando en un turno rodeada de hombres, la hacían blanco de varios acosos. Siempre por parte de los nuevos. Los demás parecían perder el interés fácilmente.

Aquella mañana, él entró rápidamente. "Buenos días!" saludó y se dirigió apresurado a la sección del autoservicio. Ella lo siguió con la mirada. Estaba muy abrigado, apenas se le veía la cara entre la bufanda y la gorra. A los pocos segundos regresó. Ella quedó inmóvil mirándolo. Sólo veía su cabello y sus ojos. La parte baja de la nariz y su boca estaban cubiertas por una bufanda azul. Su mano enguantada le alcanzaba un par de paquetes de galletas y una chocolatada. Pero fueron sus ojos lo que más le llamó la atención. ¿Acaso lo había visto antes? ¿Se parecería a un personaje de su telenovela? ¿Sería un actor?

Esos ojos se entrecerraron ahora y cambiaron de expresión. La mano dejó la bolsa sobre el mostrador, mientras la otra subía y retiraba la bufanda. Una sonrisa dio paso a la frase :"¿Cuánto le debo? Es que estoy apurado."

"Discúlpeme" dijo ella, tímida. "Es que... el frío... "

"Sí, entiendo". contestó él. "Llego tarde a trabajar. Es mi primer día." aventuró.

Grabó esas palabras. "Mi primer dia". Quiso preguntarle cómo se llamaba. Quiso preguntarle en qué trabajaba. Si quisiera acompañarla a tomar un café. ¿Café? Pero si compró una chocolatada. Obvio! le gusta el chocolate!.  Y hoy es su primer día... y se lo contó a ella!. Quiso preguntarle mil cosas mientras extendía el cambio. Sin embargo recibió un presuroso "Gracias. Hasta mañana". Él guardó las cosas en una mochila negra, se acomodó la bufanda y la gorra, y salió a la neblina matutina.

Ella lo siguió con la mirada. Estaba segura que no olvidaría esos ojos verdes, esa sonrisa, esa voz, esa expresión... no lo olvidaría a él. Ese "hasta mañana" la hizo sentir esperanzada. Miró su cara en un espejo. Estaba sonrojada. Sonreía. No sabía por qué. Lo miró hasta que su auto se perdió en la neblina. Tomó el control remoto, y seguía sonriendo cuando encendió el televisor.

sábado, 5 de julio de 2014

La de "Salvate vos que podés".

No la mires. Por favor no lo hagas! Una hora y media de vida que jamás se recuperará.

Promete mucho, quiere ser graciosa, mezcla "detalles" de 30 mil películas y no logra nada. El final... cualquier parecido con "The Peacemaker" (El Pacificador) con George Clooney... no sé, a mí me pareció igualito.
Salvate vos que podés. Yo ya la vi... y me horroricé!

viernes, 4 de julio de 2014

La de "Olvídame..."

Sencillito como el tema de La Oreja de Van Gogh: "Tú cuídate... aquí yo estaré bien (aunque te importe 3 pepinos). Olvídame (ya lo hiciste, pero tá), yo te recordaré (muy a mi pesar, es decir, mi parte lógica. La que me dice que no me meta en líos estúpidos y yo me sigo metiendo).

En fin, hagamos como este tema del álbum "El viaje de Copperpot", "Cuídate".



Cuídate.- La Oreja de Van Gogh.

Detrás del tiempo me instalé.
Ya ves, ni me quejo ni me quejaré.
Mi ser, mis recuerdos y alguna canción
son hoy mi premio de consolación.

Y tú, ¿qué has hecho para olvidar?
¿Qué fue de aquella chica del gorro azul del bar?
Lo sé, prohibido preguntar...
... muy bien, seré sincera.

Cubrí mis ojos con mis manos
y luego imaginé
que estabas ahí de pié disimulando
por mí.

Cierra la puerta, ven y siéntate cerca,
que tus ojos me cuentan que te han visto llorar.
Llena dos copas de recuerdos de historias
que tus manos aún tiemblan si me escuchan hablar.
Sin ti, nunca podré escuchar
a La Buena Vida más.
Volver a reírme de aquel final
en el que el bueno acaba mal.

Sin ti ya no regresaré
al lugar donde te conocí.
Lo sé, prohibido recordar...
... muy bien, seré sincera.

Cubrí mis ojos con mis manos
y luego imaginé
que estabas ahí de pié disimulando
por mí

Cierra la puerta, ven y siéntate cerca,
que tus ojos me cuentan que te han visto
llorar. Llena dos copas de recuerdos de
historias que tus manos aún tiemblan
si me escuchan hablar.
Tú cuídate,aquí yo estaré bien.
Olvídame, yo te recordaré.

Cierra la puerta, ven y siéntate cerca,
que tus ojos me cuentan que te han visto
llorar. Llena dos copas de recuerdos e
historias que tus manos aún tiemblan
si me escuchan hablar

Hasta la vista.


La de "Vivo para amarte..."

El tema es "All about loving you"... pero bueno, las traducciones fallan a veces. Lindo tema, linda película (quien hizo el video la gastó, sinceramente).

De Bon Jovi, "All about loving you".


miércoles, 2 de julio de 2014

La de "La chica de la estación" Parte I

Sus últimos 8 años habían transcurrido de la misma forma. Aquel empleo la absorbía por completo. Los continuos cambios de turno, y un salario que no cambiaba tanto como su día libre a la semana. Hace ya mucho que dejó de molestarse por esto. Ya simplemente contesta con un "sí, sí" a las indicaciones de su encargada. Hace tiempo también que abandonó sus estudios de administración por este empleo. Irónico, pues siempre recuerda que lo tomó para poder estudiar mejor. Pasó tiempo desde que su novio no quisiera seguir con ella, merced el continuo cambio en sus horarios, y su displicencia a la hora de decir "no" a algo que la perjudicaba. No. Todo transcurría con una monotonía eterna. Los días pasaban. Cambiaba "Buenos días" por "Buenas noches" como saludo. El "hasta mañana" nunca se convertía en un "buen fin de semana", pues más de una vez la llamaron en su día libre a cubrir a una compañera enferma. Ella sabía que no era así, sabía que simplemente se le había cantado faltar, sin embargo, no se animaba a denunciarla. Su encargada parecía saberlo también. Pero no parecía importarle. A sus 28 años se había transformado en alguien retraída, embebida en sí misma. Con la misma monotonía llegaba a su trabajo, tomaba su turno, atendía a los clientes... y se retiraba. Cada vez que tenía tiempo libre en su trabajo permanecía sentada, mirando un televisor, imaginando una vida que tal vez jamás tendría. Imaginaba ser uno de esos personajes... pero no, jamás sería uno de esos. Aunque qué lindo era imaginarlo. También le imaginaba historias a la gente que llegaba. ¿Adónde irían? ¿De dónde vendrían? A la estación llegaba gente de todo tipo, de toda nacionalidad. Era pintoresco inventarle tantas historias. Todo su mundo transcurría de esa forma hasta aquella fría mañana en que llegó él.