Ayer me llamaste. Como siempre que tenés un problema. Siempre descansaste en mí para esas cosas, y sabés que no le digo que no, ni a ayudarte, ni a resolver algo. Me esperaste. Me acompañaste mientras arreglaba todo. Dios, cómo extraño esas conversaciones, esos momentos. Parecía que volvíamos a ser aquellos amigos que años atrás no sabíamos si hacer una vida juntos o no. Hoy, cada vez que estoy solo, me vienen a la mente todos aquellos momentos. Cuando salíamos juntos por cualquier pretexto. Cuando insistías delante de todo el mundo que no éramos novios, pero vivías en casa, y yo en la tuya. Y cada excusa para estar juntos la tomábamos. Hoy lo rememoro, y vuelven con un brillo único. Ayer lo comprobé de nuevo. ¿Por qué podemos entendernos bien como "amigos", pero fallamos como matrimonio? Y hoy encontré más razones, motivos, causas, como quieras llamarte. En parte tenías razón en la última conversación por teléfono que tuvimos. El lunes aquel, ¿te acordás?. Dijiste que yo era el problema. Y digo en parte porque si bien no estoy de acuerdo en haberlo sido antes de terminar, sí lo soy ahora, para retomar. No quiero retomar la relación. Y no porque no pueda obligarme. Porque bien sabés que puedo obligarme. Sino porque no estoy bien, y no sirvo de apoyo para nadie. Ni para vos, ni para mí. Volver sería condenarnos a repetir errores. Es activar una bomba de tiempo. Dios, no sabés cómo me duele saber que estás mal y es mi culpa. No tenés idea de cuánto duele saber que no puedo arreglar lo que hice. Y no sabés la sensación de frustración que causa el ver que los últimos 10 o 12 años de tu vida no tuvieron sentido, que estuviste peleando por una causa perdida. Sé que te anulé como persona. Te acostumbraste a descansar en que yo podía llenar todos los espacios, y yo me sentía bien haciéndolo. Mientras pude hacerlo. Hoy no puedo. Por eso llegamos a este punto. Me siento más tranquilo en ese aspecto. El saber el por qué. Ayer me dijiste que estabas aceptando que esto se había terminado. Creo que también estoy aceptándolo. Creo que es momento de ver qué hacer para seguir. No puedo arreglar lo que hice. Sólo puedo pedirte perdón. Perdón, perdón. Espero que cuando se te pase el enojo, la bronca, me puedas perdonar. Y no pienses que soy un insensible, no. Me duele y mucho esta situación. Por eso espero que pase, para los dos y por el bien de los dos. Tengo que dejarte ir, de la misma forma como vos empezaste a dejarme ir.
Cuando éramos más jóvenes, bromeábamos llamándote "Dulcinea". Escuché un tema de Mago de Oz, despidiendo a su amada. Sé que no nos amamos. Si nos amáramos, estaríamos juntos. Habríamos hecho lo necesario para seguir juntos. Los dos. Por eso creo que no queda más que perdirte perdón, y decirte "Adiós, Dulcinea, me voy",
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