Esa fría mañana llegó a su trabajo como siempre. Puntual como toda su vida, llegó a las 5:58 exactas para tomar su turno. El verano había terminado, y el frío empezaba a hacerse sentir. La neblina cubría la mayor parte de la ciudad. Saludó a sus compañeros en la pista, y llegó. Saludó a la cajera que se iba, y se sumió en el mundo que había creado para soportar su realidad. Cambiaba de canal el televisor y pasaba horas mirando episodios de sus novelas favoritas. Ah! algún día su vida sería igual. Acaso alguien llegaría a la estación, se mirarían, y lo sabrían: estaban destinados a estar juntos para siempre. Sus días sin embargo era muy distintos. Una mujer trabajando en un turno rodeada de hombres, la hacían blanco de varios acosos. Siempre por parte de los nuevos. Los demás parecían perder el interés fácilmente.
Aquella mañana, él entró rápidamente. "Buenos días!" saludó y se dirigió apresurado a la sección del autoservicio. Ella lo siguió con la mirada. Estaba muy abrigado, apenas se le veía la cara entre la bufanda y la gorra. A los pocos segundos regresó. Ella quedó inmóvil mirándolo. Sólo veía su cabello y sus ojos. La parte baja de la nariz y su boca estaban cubiertas por una bufanda azul. Su mano enguantada le alcanzaba un par de paquetes de galletas y una chocolatada. Pero fueron sus ojos lo que más le llamó la atención. ¿Acaso lo había visto antes? ¿Se parecería a un personaje de su telenovela? ¿Sería un actor?
Esos ojos se entrecerraron ahora y cambiaron de expresión. La mano dejó la bolsa sobre el mostrador, mientras la otra subía y retiraba la bufanda. Una sonrisa dio paso a la frase :"¿Cuánto le debo? Es que estoy apurado."
"Discúlpeme" dijo ella, tímida. "Es que... el frío... "
"Sí, entiendo". contestó él. "Llego tarde a trabajar. Es mi primer día." aventuró.
Grabó esas palabras. "Mi primer dia". Quiso preguntarle cómo se llamaba. Quiso preguntarle en qué trabajaba. Si quisiera acompañarla a tomar un café. ¿Café? Pero si compró una chocolatada. Obvio! le gusta el chocolate!. Y hoy es su primer día... y se lo contó a ella!. Quiso preguntarle mil cosas mientras extendía el cambio. Sin embargo recibió un presuroso "Gracias. Hasta mañana". Él guardó las cosas en una mochila negra, se acomodó la bufanda y la gorra, y salió a la neblina matutina.
Ella lo siguió con la mirada. Estaba segura que no olvidaría esos ojos verdes, esa sonrisa, esa voz, esa expresión... no lo olvidaría a él. Ese "hasta mañana" la hizo sentir esperanzada. Miró su cara en un espejo. Estaba sonrojada. Sonreía. No sabía por qué. Lo miró hasta que su auto se perdió en la neblina. Tomó el control remoto, y seguía sonriendo cuando encendió el televisor.
1 comentario:
¿Y? ¿como sigue? ¿Se conocen? ¿Salen juntos? ¡no empieces lo que no vas a terminar!
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