Habían pasado algunos años desde aquel último encuentro. Sin embargo, aún no se había decidido a volver a su unidad. Su armadura, ahora reparada y completa nuevamente, era más resistente, y cubría las marcas de los golpes recibidos. Una cicatriz en su costado izquierdo era testigo de cuán cerca había estado su enemigo. Sí, porque ahora era plenamente consciente de que solamente un enemigo pudo golpearlo con tal saña. Sólo un enemigo pudo utilizarlo de semejante manera. Y él se lo había facilitado. Hoy todo estaba claro.
Su superior lo visitó. "¿Estás listo?". Como lo miró dudando, aseveró nuevamente : "Te necesitamos. Tienes habilidades, nos serían muy útiles." Le señaló su costado, su cicatriz. "El tiempo te ayudó a sanar. Aprende de tu error. Que sea un recordatorio de lo que viviste. Tienes que volver, por ti, por nosotros.."
Asintió. Volvió a entrenar. A practicar. Sintió cómo sus fuerzas regresaban. Su espíritu siempre había estado listo. Sintió como nunca lo que aquella compañera de armas le había dicho: "No tienes ningún problema. Si es que hay algo, está sólo en tu mente."
Los oponentes no tardaron en aparecer. Pero ahora todo era distinto. Se levantó y tomó aquella pieza que guardaba.
"¿Qué es eso?" le acotó. "Es un pedazo de su armadura. Lo usó para apuñalarme, aquí. Mi armadura estaba rota, y aprovechó ese espacio. Espero devolvérsela." respondió.
"No tendrás oportunidad. Él no envía dos veces a sus agentes. Sabe que ya conoces su técnica, sabe que ya conoces su táctica. Sabe que no caerás de nuevo. Por eso, no lo enviará de vuelta."
Tenía lógica. Era hora de aprender y dejar todo en el pasado. Tiró aquel trozo de metal que ya nada significaba. Tomó su escudo y salió a enfrentar a sus enemigos.
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