Pienso, que si me quisiste la mitad de lo que decías, deberías estar como yo. Dios sabe que yo te quería. No funcionó. Di todo para funcionara y no fue así. Fracasé. No pude hacer de nosotros una familia. No pude hacer de una casa un hogar. Vi este tema y enseguida pensé en vos. No me animé a mandarte un mensaje, por tus reglas. Reglas que según vos, yo puse y nunca fue así. Creo que ese fue y es el defecto determinante. Imaginaste y decidiste que yo soy frío, cruel, desamorado, reglista, duro... cuando debiste ver que yo sólo vivía, respiraba por vos. Di todo por vos. Aun cuando todo se venía abajo, cuando te dije que ya no estaba enamorado de vos... estuve dispuesto a seguir. Por mi responsabilidad, por mi honor, por tratar de al menos hacerte feliz, aunque yo ya no pudiera serlo. Había elegido hundirme con mi barco. Estaba entregado. Fue cuando me dijiste que me fuera. Hoy parece que la realidad cambió, al menos en tu mente. Me dijiste que te dejé sola. Que estás mal. Sé que es mi culpa. Sé que te lastimé. Pero también sé que día a día te iba lastimando de a poco. No eras feliz conmigo. Aún así me quedé, porque dijiste que estabas dispuesta a seguir. Te pedí que lo pensaras, no lo hiciste. Que pensaras si podías aguantar cómo iban a ser las cosas. Que yo iba a obligarme a quedarme. Que iba a necesitar todo de vos. Que te jugaras por la relación que teníamos. No lo hiciste. Todo siguió igual. Luego la depresión, las crisis nerviosas... todo era cuestión de tiempo. Decís que nunca sentí nada por vos... exagerás. Y sabés que no es cierto. Tal vez no te ame. Pero te quiero muchísimo. Y aún no sé qué no haría por vos. Sigo sintiendo que sos mi responsabilidad. Y por no estar ahí para vos la culpa me abruma. No estoy arrepentido de la separación. Sólo me siento culpable por haberte lastimado tanto y sin quererlo. Y creo que más me duele el hecho de que no lo pueda arreglar. Puede ser algo bueno. Depresión es el cuarto y penúltimo estadio del duelo. Una vez que entienda que sólo te puedo pedir perdón, ahí tal vez podré seguir adelante. No sé para qué. Pero en fin. Así es la vida. Sé que un día responderé ante Dios por lo que hice. Tal vez ya lo esté haciendo. Mi médico dijo que en realidad soy yo quien me estoy juzgando a mí mismo. No sé. Quizás me merezca lo que me pasa, lo que siento, este dolor psicológico que es tan grande que se expresa como dolor físico, y que a veces no me deja fuerzas siquiera para salir de la cama. Intenté decírtelo. No me entendiste. Sólo quiero tirar esto al aire y pedir perdón, ... yo tampoco estoy muy bien. Y creo que deberías saberlo.
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