Nada que ver con la película. Nada que ver. Y a pesar de que al autor de este post le gusta y mucho caminar bajo la lluvia, empaparse, mojarse y arriesgarse tontamente a una neumonía... no le importa. No, estoy hablando, escribiendo más bien, figurativamente. Bueno, si venís por acá seguido te habrás dado cuenta que el 90 por ciento de los descargos son figurativos. Otros no. En fin. Figurativamente hablando, sabemos que todo lo que podés hacer, más allá de lo que quieras hacer en tu vida, está condicionado por unos elementos llamados "circunstancias". Por ejemplo, querés ir a ver a tu banda favorita que por fin viene a tu ciudad a dar un concierto. Peeero, no tenés plata. ¿Te suena muy uruguayo el ejemplo?. Bien, ahí tenés un caso, querés mucho hacer algo, sinceramente lo querés hacer. Pero no podés. ¿por qué? Por las circunstancias. Puede que después consigas plata para ir. Pero la banda ya se fue. Ahí no coincidieron los tiempos. Y a veces no coinciden ni uno ni otro. O sea, ni conseguís plata para ir... y la banda se va y vos todavía no conseguiste plata. "¿Qué loco, no?"* . Pero cuidado. Dichos elementos, las circunstancias, son dignas de un análisis permanente. Porque hay algunas que podés cambiar, otras que no. Dicen que fue Agustín de Hipona quien enseñó una oración en la cual se le pedía a Dios "Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia." Más allá de si sos religioso o no, hay que reconocer que el concepto está muy, pero muy bueno. Porque si de verdad querés algo, o a alguien (wink) y las circunstancias te impiden llegar... analizalas. Si ves que las podés cambiar... bien por vos. Adelante. ¿Y si no podés? Bueno, fijate que decía "aceptar las cosas que no puedo cambiar". La "aceptación" es el quinto estadio, la última etapa del duelo. Obviamente pasás por otras cuatro antes, primero la "negación": no, no puedo aceptar que esto sea así, esto no puede ser así. A veces se experimenta junto con otro estadio: la "negociación". Esto es " si yo cambio esto o aquello" tal vez ... No. Lo siento. Pero no funciona así. Es por eso que el tercer estadio, es la ira. Una expresión de enojo contra todo y todos por aquello que no podés cambiar. A esta etapa le sigue la "depresión". Un enorme decaimiento porque te das cuenta que no hay nada que puedas hacer. Sin embargo, tal como aquello de que "todo lo que sube, invariablemente tiene que bajar"... ese principio es válido también a la inversa. Hay un punto en que lo único que podés hacer es subir. Es cuando conseguís superar la depresión y simplemente cerrás el duelo. Ese cierre se llama aceptación. Hay veces que simplemente tenés que dejar de pensar en cuándo se terminará tal cosa, o tal problema. O tal vez sea una tormenta emocional que estés viviendo. Bueno, tal vez sea momento de pensar que no va a dejar de llover. Que la tormenta no va a pasar. De aceptarla tal y como es. Porque la vida, mi estimad@, no se trata de esperas. No se trata de esperar a que la tormenta pase, sino de "aprender a bailar bajo la lluvia". Probá. Hacelo. Te vas a dar cuenta que no es tan malo. Y hablando figurativamente... es saludable.
* Recientemente estuve en Rosario, Santa Fe, Argentina. Esa expresión es muy usada y me gustó. No se me pegó, pero me gustó. "¿Qué loco, no?".
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