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jueves, 11 de abril de 2013

La de "Cosas que pasan."

"Cosas que pasan" dice un tema de José Larralde al terminar. Es la forma que tenemos los uruguayos de aceptar las más grandes injusticias, el asimilar el hecho de que hemos sido defraudados, decepcionados, y nos quedamos con el alma hecha pedazos en las manos. Un amigo que nos defraudó, un familiar que hizo caso omiso al lazo de sangre a favor de un extraño, o extraña... hechos que lastiman en lo más profundo y que dejarán una marca de por vida. "Cosas que pasan".  Una frase corta que engloba lo injusta que es la vida, a veces con quienes menos lo merecen. Una frase que implica una aceptación que no es tal, porque si algo tenemos los uruguayos, es esa capacidad de ponernos una careta de estar bien, de hablar como si nada e incluso más, aconsejar y animar a otro cuando por dentro nos estamos cayendo a pedazos. Cuando alguien muy allegado y muy querido nos defrauda... es una de las cosas más dolorosas que pueden pasar. Porque depositaste confianza, algo íntimo, profundo en esa persona a quien diste en llamar "amigo", o "amiga", pero que sabés que el sentimiento engloba mucho más que el frívolo uso que se le da a la palabra. Hoy se llama "amigo" a alguien que añadiste a tu lista de contactos en Facebook,  Nada más alejado de la realidad. A veces te aparecen de contacto personas que jurarías que jamás las viste en tu vida. Y te añaden otras que tampoco conocés. ¿Es eso un amigo? No te gastes, no. Por eso te da lo mismo cuando te borran de su lista, o pasan meses sin hablarte. Cuando tenés un amigo de verdad, sentís necesidad de hablarle. De saber cómo está. De que sepa cómo estás vos. Y el sentimiento es mutuo. Y la relación es cuidada por ambas partes. Porque si la cuida uno solo... es cuestión de tiempo para que se marchite y muera. Un caso triste son esas personas que te usan de paño de lágrimas. Bah, dejemos sólo en el "te usan", porque te buscan solamente cuando te necesitan. Cuando el mundo que crearon se les viene abajo, ahí se acuerdan de vos: El que anteriormente siempre estuvo firme, animando, alentando, levantando el ánimo. Y cuando su "tormenta" emocional se terminó... también terminaron con vos. Te lo está diciendo alguien que en la secundaria vivió ésto que te estoy contando. Siempre fui el gordito inteligente de la barra. El que es amigo de todos. El amigo del crack de la clase. El amigo de la novia del crack de la clase, ésa que solía ser la más linda. Ésa por la que todos suspiraban y nadie se animaba a hablarle porque era la novia del crack, y ... bueno porque a esa edad éramos todos unos idiotas. Y yo no servía para otra cosa más que para estudiar y pasar los deberes y ejercicios prontos a los cracks. Ése mismo, el que tenía muchas amigas, pero ninguna novia. Bueno, parece que con el correr del tiempo, 15 años después de la secundaria, esto se mantiene. La "linda" de la clase te busca para que seas su paño de lágrimas. El "crack" te necesita, porque hay un proyecto para el que necesita apoyo y vos sos el indicado. Pero cuando pasa todo... la necesidad... bueno, parece que la amistad también. Y te das cuenta de ello. Y si por ahí te animás a decirlo, cosa que no siempre pasa, porque vamos! seguís siendo el tímido que eras en la secundaria, te mienten descaradamente y en tu cara: "No, loquito, la cosa no es así." Y una serie de dichos sobre cuánto te quieren y cuánto te aprecian. Falsedad. Hipocresía. Ojo, la "linda" de la clase hace lo mismo, pero lo lleva al plano más emocional: "No, ¿cómo podés pensar eso de mí? Ay, me duele horrible lo que decís" y ahí vos quedás no sólo como un estúpido, sino como un  groncho, un ogro, un grosero por increparle a tan delicada flor una verdad tan cruel y dura.

Así que desde acá les deseo lo mejor a todos. Loca, que seas feliz con los 20 o 30 novios que tenés. Yo no quiero ser otro de esos. No me des alas como que querés algo conmigo y tratar de tenerme como un perrito faldero igual que en la secundaria sólo para conseguir lo que querés. Si querés que seamos amigos, vamos a serlo en todo sentido, bárbaro. Pero ésto no. Usarme, y después ignorarme hasta la próxima vez que me necesites, no. No me rompas las pelotas. Man, ¿te acordás que aprobaste aquellas dos materias porque no sólo te pasé los deberes hechos, sino que te ayudé en clase y encima dejé que me copiaras en los parciales finales? No te lo estoy recriminando. Sólo te estoy diciendo que sos un malagradecido. No se usa a la gente de esa manera. No todos somos tan idiotas.

¡Con cuánta gente imbécil tenemos que cruzarnos en esta vida! En fin, es como dijo José Larralde: "Cosas que pasan".



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